La caída de Delta Green | 1 junio, 2021 | Edge Studio
Por Kenneth Hite. Kenneth es autor de los juegos de rol La caída de Delta Green, El rastro de Cthulhu y Agentes de la noche y vive en Chicago.
“Ni se paran a pensar en una rendición. ¿Son héroes… estos parisinos?”
— Robert W. Chambers, La calle de la primera concha (1895)
Más o menos hace unos 50 años en Francia no tenían un gobierno que funcionara. Me refiero a que no funcionaba ni siquiera lo habitual en estos casos. Charles de Gaulle, por entonces presidente de Francia desde hacía ya casi una década, había desaparecido del Palacio del Elíseo en medio de las huelgas y protestas que paralizaban (o revitalizaban) París y que llevaban a toda Francia al borde de la revolución. Medio millón de manifestantes marcharon por las calles de la capital al amanecer del 30 de mayo de 1968, coreando “¡Adiós, De Gaulle!”.
El llamado “Mayo del 68” comenzó con una huelga estudiantil en marzo por las pésimas condiciones de la Universidad de Nanterre, a las afueras de París. Algunos de los activistas de Nanterre (que se autodenominaron “enragés”, cogiendo dicho apelativo de los más radicales de la revolución de 1793) se desplazaron hasta la Universidad de la Sorbona en París. Cuando la policía cerró Nanterre y entró en la Sorbona para capturar a los agitadores, 20.000 estudiantes de la Sorbona se levantaron en protesta el 6 de mayo de 1968. La brutalidad policial contra los estudiantes hizo a su vez que los sindicatos y los comunistas salieran también a las calles, con la esperanza de aprovechar la energía de los enragés para reivindicar sus propias causas.
¡Levantad!
Un millón de personas se manifestaron en París el 13 de mayo, desencadenando una serie de huelgas generales y la toma de fábricas por parte de trabajadores de toda Francia. Los estudiantes tomaron la Sorbona y la declararon “universidad popular”. Se levantaron barricadas y los adoquines volaron hacia las cabezas de los policías. Para el 22 de mayo, dos tercios de los trabajadores franceses estaban en huelga. El 27 de mayo, la UNEF, el sindicato nacional de estudiantes de Francia, celebró una reunión en el estadio Sébastien Charety de París; los 50.000 asistentes exigieron el fin del Estado francés, y los socialistas se apresuraron a prometer su apoyo al día siguiente. El 29 de mayo, De Gaulle se subió a un helicóptero y se quitó de en medio.
Tenemos aquí una situación complicada
“Allí donde el mundo real se cambia en simples imágenes, las simples imágenes se convierten en seres reales y en las motivaciones eficientes de un comportamiento hipnótico.”
— Guy Debord, La sociedad del espectáculo (1967)
Una parte importante, tal vez la mayoría, de los miembros del Comité de Ocupación de la Sorbona eran también miembros de la Internacional Situacionista (IS) o se identificaban con ella. La IS rechazaba totalmente las jerarquías, posiblemente debido a la desconfianza del fundador de la IS, Guy Debord, respecto de algunas tendencias estalinistas de la izquierda de la época. El caso es que Debord aportó el principal sustento teórico del “situacionismo”, aunque los situacionistas afirman que nunca lo llamaron así.
Muy resumidamente, el situacionismo desarrolla la idea marxista de la alienación de los trabajadores para hacerla extensiva a toda la sociedad. Debord escribió que, desde la Primera Guerra Mundial, la propia naturaleza del “espectáculo” del consumo y los objetos de dicho consumo han ido dominando y condicionando progresivamente todos los actos, pensamientos y expresiones, no solo del proletariado, sino de todo aquel sujeto que presencie este espectáculo o consuma estos objetos. Estos teóricos panes y circos recrean el sistema de clases opresivo desde dentro y “recuperan”, para integrarlo todo como parte necesaria, incluso actos aparentemente rebeldes, como otros elementos dramáticos más dentro del espectáculo. Analizando la política, la cultura y el capitalismo como arte se produce una conciencia de dicho espectáculo pero no se puede escapar de él: la psicogeografía puede cartografiar los efectos de la geografía y la ciudad sobre las emociones y las mentes, pero no puede obviarlos.
Únicamente mediante inspiración artística aleatoria y actos de reinterpretación paródica llamados “detournement” los situacionistas decididos pueden ganar “el juego de los acontecimientos”, liberarse del espectáculo y hacer realidad su propia visión de una verdadera igualdad democrática. A partir de 1957, cuando la IS surgió del entorno del movimiento surrealista radical, sus miembros (o al menos Debord) se volvieron cada vez más claramente políticos.
Políticamente, en la medida en que se quisieran situar en el espectro político habitual, los situacionistas pudieron ser considerados algo así como anarquistas de izquierda. Debord se burlaba de los anarquistas como “místicos de la no organización”, una etiqueta que también podría aplicarse a la IS. Y su sarcasmo e individualismo atraía a los estudiantes radicales como los de Nanterre y la Sorbona. Esos estudiantes recuperaron distintos antecedentes para su nuevo movimiento, desde el anarquista Ravachol, famoso por sus atentados con dinamita, al Marqués de Sade o cierto dramaturgo anónimo.
Una célula situacionista en la Sorbona lee una obra prohibida y actúa. ¿Qué mejor manera de arrancar la máscara del espectáculo, de separar los engañosos símbolos del capitalismo de los verdaderos significados del sentimiento, que con palabras que socavan la mal llamada realidad? Confrontaron la Máscara Pálida contra la máscara del espectáculo y se enfrentaron a la policía desde los nuevos bulevares del “Babylon-Carcosa” que veían emerger a través del gas lacrimógeno mientras el Sena se desbordaba dando forma a un gran lago negro.
“Pronto en este lugar: ruinas con encanto.”
— Pintada situacionista, París 1968
Entre las pintadas situacionistas que rápidamente cubrieron las paredes por toda la Margen izquierda de París, un corresponsal del programa ve un símbolo pintado en amarillo. El contralmirante Payton ya se había asegurado de informar de este mismo símbolo a sus Agentes de París desde que lo vio por primera vez en 1955. Todos los activos de DELTA GREEN en Francia reciben la señal de alerta: “Un día en Longchamp” (es decir, en el parisino Hipódromo de Longchamp, en las carreras). ¿Pero cómo encontrar el punto focal de una invasión en medio de una revolución? Payton sugiere dar un paseo al azar: al buscar la señal es la señal la que te busca a ti.
Payton aprendió de la Operación BRISTOL que las armas y la confrontación solo alimentaban a Hastur. Así que ¿qué es lo que habría que hacer? Pues desvirtuar el símbolo, pintar con spray unos pétalos que salen de él, convertirlo en una flor de lis (símbolo de la realeza francesa) amarilla de manera que los izquierdistas se molesten al verlo y lo oculten bajo hoces, martillos y estrellas rojas. Si encuentras copias de la obra, destrúyela sin dudarlo; si ves una actuación callejera bajo estrellas negras no dejes de interrumpirla. Hasta que llegue el momento de la verdad, la idea es llevarlo todo hacia el espectáculo de tal manera que le des la vuelta y funcione para tus propósitos. Compórtate como un personaje de una película de espías y convierte la convulsión cósmica en un estereotipo cutre. Refuerza la faceta más plástica de esta realidad y muévete por esta Carcosa como si fuera un escenario. Recupera El Rey de Amarillo pero como si no fuera más que un póster revolucionario para acabar por romperlo.
Los Agentes se despliegan por todo París, perdiendo contacto entre sí en una ciudad que sufre la tensión entre dos máscaras enfrentadas. Sin duda tus Agentes juegan un papel crucial, aunque otros equipos en otras islas de París informan de que van logrando sus propias y extrañas victorias. Una manisfetación pro gaullista de 800.000 personas marcha por París la tarde del día 30. De Gaulle regresa de Alemania y cuenta con el apoyo del ejército. Pide a los trabajadores que se retiren y promete aumentos de sueldo, ordena que los colegios se reabran bajo la dirección de prefectos afines y, en definitiva, pone de nuevo en marcha el espectáculo. Los comunistas y los socialistas le acaban dando su apoyo, pero él los aplasta en las elecciones del mes siguiente. Y de nuevo en París solo se respira el aire de desesperación y alienación habituales.
¿O fue otra la explicación de que todo acabara así? ¿Estaba mal planteada la ejecución del plan de Payton, aunque su intuición fuera correcta? Los situacionistas, siempre atentos a cada pequeño matiz de falsedad y a cada recuerdo encubridor, ¿habían sido capaces de descubrir la verdad sobre cómo funciona el mundo? Lo que realmente intentaban ¿no era despertar al mundo de su prisión antinatural? Después de todo, la descripción de Debord del espectáculo a mí me suena especialmente familiar:
A medida que la necesidad es soñada socialmente el sueño se hace necesario. El espectáculo es la pesadilla de la sociedad moderna encadenada que no expresa finalmente más que su deseo de dormir. El espectáculo es el guardián de este sueño.
¡Lä, Iä! ¡espectáculo fhtagn!