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Arkham Horror: El Juego de Cartas | 11 marzo, 2021 | Fantasy Flight Games

Hacia el remolino

Anunciamos el sexto pack de mitos en el ciclo La conspiración de Innsmouth.

“Nadaremos hasta el arrecife, nos sumergiremos en los negros abismos hasta la ciclópea Y’ha-nthlei, la de las mil columnas…”

–H.P. Lovecraft, La sombra sobre Innsmouth

A lo largo de tus investigaciones en Innsmouth, te has adentrado en cavernas huecas por el efecto de las mareas y por túneles inundados, pero estos húmedos lugares no son más que la antesala del dominio de los profundos. Bajo las agitadas olas del Atlántico Norte, en el fondo del océano, se encuentra una ciudad oculta. Si quieres evitar que todo el mundo sufra el mismo destino que Innsmouth, tendrás que aventurarte en el corazón de la tormenta.

¡Fantasy Flight Games se complace en anunciar Hacia el remolino, el sexto pack de mitos de La conspiración de Innsmouth y emocionante desenlace de este ciclo!

En esta expansión encontrarás el escenario final del ciclo La conspiración de Innsmouth para Arkham Horror: El juego de cartas, que os permite a ti y a tus compañeros investigadores sumergiros en la oscuridad que se encuentra bajo las olas y enfrentaros a los profundos en su propia ciudad, para poner fin de una vez a esta amenaza. Hacia el remolino, con su incorporación de nuevas cartas de Jugador con las que mejorar tus mazos, es la conclusión perfecta para este ciclo de peligro y misterio.

Las salas hundidas de Y’ha-nthlei

Tu viaje a la ciudadela de los profundos no será fácil. Una vez que desciendas por el Arrecife del Diablo, acabarás por llegar al portal que lleva a las profundidades finales: un turbulento remolino de corrientes sobrenaturales. Tendrás que conseguir entrar de algún modo… buscando en los túneles que lo rodean las llaves que te abrirán el camino para seguir avanzando.

Los peligros que presenta Y’ha-nthlei no hacen más que aumentar conforme avanzas nadando por los pasillos submarinos de esta ciudad y entras en los impíos santuarios de los profundos. Aquí no solo encontrarás un monstruoso Primigenio, sino dos: el Padre Dagón y la Madre Hidra. Puede que ambos estén dormidos por ahora… pero su despertar sin duda significaría la destrucción de todo tu grupo, así como de toda la humanidad.

Mientras buscas la manera de destruir a los profundos, te enfrentarás también a los monstruos del océano, como una Abominación acuática (Hacia el remolino, 332) o Progenie de Dagón (Hacia el remolino, 333). Aparte de estas monstruosidades, las sofocantes profundidades del océano son perfectamente capaces de ahogarte, e incluso si encuentras un Traje de buzo, un repentino ataque de Talasofobia (Hacia el remolino, 337) podría acabar contigo.

Entre las cartas de Jugador incluidas en esta expansión, pocas cartas son más extraordinarias que las nuevas cartas de Buscador. Puedes abrir una cámara repleta de Conocimiento ancestral (Hacia el remolino, 303), un excepcional Apoyo que te permite empezar cada partida con 5 Habilidades aleatorias fácilmente accesibles, muy útil para completar cualquier mazo que dependa de sus cartas de Habilidad. O tal vez prefieras ayudar a tus compañeros de investigación con El hilo de Ariadna (Hacia el remolino, 304). Este Apoyo puede acumular recursos, y esos recursos se pueden gastar como si estuvieran en un Apoyo controlado por otro investigador en tu mismo Lugar. Tal vez puedas darle a un guardián más munición para su arma de fuego o recargar el siguiente gran hechizo de un místico, pero no cabe duda de que El hilo de Ariadna es una fuente de energía clave para todo el grupo.

Incluso con los planes mejor preparados, siempre ha habido ciertas pruebas que están fuera del alcance de tu investigador, pero si estás dispuesto a pagar el precio por Justificar los medios (Hacia el remolino, 306), puedes superar por completo tus límites. Esta carta de Habilidad da a los rebeldes la posibilidad de que cualquier prueba tenga éxito automáticamente, aunque para ello tengas que añadir tantas fichas de Maldición a la bolsa de caos como la dificultad de la prueba. Aun así, si se trata de una cuestión de vida o muerte, seguro que no hay precio que no merezca la pena pagarse.