Happy City | 30 julio, 2021 | Cocktail Games
La fórmula que da nombre a esta entrada es también la que te va a dar la victoria en Happy City, un pequeño y colorido juego de origen japonés que nos ha robado el corazón… Y a estas alturas unas cuantas horas de nuestra vida, lo confesamos.
Y si la fórmula de la victoria en Happy City es sencilla su reglamento lo es aun más, así que vamos a darte un pequeño cursillo acelerado para que te hagas una idea de cómo funciona este pequeño gran juego.
Happy City es un engine building, es decir, un juego en el que tenemos que formar pequeños sistemas en este caso de cartas que nos proporcionen una serie de recursos fijos en cada turno para poder ir comprando elementos cada vez más caros y por tanto mucho más productivos.
En este caso el objetivo es construir la ciudad más feliz del mundo, por lo que tendremos que hacernos con el dinero necesario para comprar los edificios que mejor se ajusten a nuestra estrategia de juego, eligiéndolos de entre un buen número de posibilidades entre la que se encuentran los edificios residenciales, los gubernamentales, las tiendas…
Cada uno de estos tipos de edificio nos permitirá disfrutar de una serie de ventajas y conseguir mayor o menor cantidad de los tres tipos de recursos del juego: dinero, habitantes y corazones. El dinero se usa para comprar nuevos edificios mientras que los dos son clave para ganar al final de la partida, ya que como te hemos contado al principio de estas líneas los puntos de victoria depende del resultado de la multiplicación de ambos.
Así, cada turno nos pondrá ante el dilema de si ahorrar dinero para intentar hacernos con alguno de los edificios más caros, los de nivel 3, o ir construyendo al mismo ritmo que nuestros oponentes, ya que la partida finaliza en el momento en que un jugador tiene diez edificios en su ciudad.
Mención especial para el arte del juego, que es tremendamente colorido y, en algunos casos, incluso abiertamente humorístico. Frente al gris de las ciudades del mundo real, los edificios de Happy City consiguen trasladarte a un mundo donde es imposible no tener una sonrisa en los labios en todo momento y es perfectamente posible (y lo decimos porque nos ha pasado) que acabes echando una partida más sólo por mirar un rato más el tablero de juego.
En Happy City, el primer turno siempre es para el jugador más feliz de la mesa, pero te aseguramos que después de la primera partida tendréis problemas para decidir quién es ese jugador.